Esta exposición toma esa obra como caso de estudio para reflexionar sobre las violencias políticas de su (y nuestra) época. La pieza se centra en dos parejas de hombres: la primera es una pareja de hombres homosexuales destrozados, que también se destrozan mutuamente. La segunda pareja deambula por la historia, empezando vestidos como puritanos y acabando como empresarios modernos. La obra está fragmentada y en gran medida se basa en la repetición de imágenes y textos –un recurso formal recurrente en el lenguaje de Abdoh–. Muchas de estas yuxtaposiciones, collages y repeticiones también pueden rastrearse en las tácticas espaciales y narrativas de la exposición, sirviendo como una forma tanto de insistencia como de confusión.
A lo largo de una carrera teatral que duró doce años, Reza Abdoh desarrolló una gramática estética en la que se fusionaron la mitología, los videoclips musicales, los cuentos de hadas, el BDSM, la cultura rave, la religión y el teatro de vanguardia, para desarrollar una elocuente perspectiva sobre la degradación humana, las políticas genocidas (desde la crisis del SIDA hasta el supremacismo y la guerra), la segregación estructural, la opresión, el racismo y el rechazo de las instituciones a la diversidad. Lo que subyace a todos estos intereses es la paradoja que señala Daniel Mufson cuando cita a Adorno, a través de la cual la salud contiene y encarna en su propia concepción a la enfermedad, así como la correspondiente represión de aquello que es saludable, y lo que se etiqueta como la cura de una enfermedad en sí misma. Esa perspectiva enmarca el contexto y la sensibilidad que Citas de una ciudad en ruinas despliega. No es una metáfora, sino una ideología. En la semana de su estreno en el festival de Los Ángeles, la obra fue descrita como "un ataque violento a la violencia". Una suerte de locura apocalíptica, una velada de canciones, danza, poesía, desnudez y torturas ambientada en un mundo que aún hoy continúa muriéndose.
Justo antes de su muerte, Abdoh dio instrucciones de que sus obras nunca más se representaran, por lo que su obra sólo circula a través de vídeos, fotografías, textos y otro tipo de materiales de documentación, algunos de los cuales se presentan en el espacio como un archivo performativo más allá del tiempo.
Esta exposición toma esa obra como caso de estudio para reflexionar sobre las violencias políticas de su (y nuestra) época. La pieza se centra en dos parejas de hombres: la primera es una pareja de hombres homosexuales destrozados, que también se destrozan mutuamente. La segunda pareja deambula por la historia, empezando vestidos como puritanos y acabando como empresarios modernos. La obra está fragmentada y en gran medida se basa en la repetición de imágenes y textos –un recurso formal recurrente en el lenguaje de Abdoh–. Muchas de estas yuxtaposiciones, collages y repeticiones también pueden rastrearse en las tácticas espaciales y narrativas de la exposición, sirviendo como una forma tanto de insistencia como de confusión.
A lo largo de una carrera teatral que duró doce años, Reza Abdoh desarrolló una gramática estética en la que se fusionaron la mitología, los videoclips musicales, los cuentos de hadas, el BDSM, la cultura rave, la religión y el teatro de vanguardia, para desarrollar una elocuente perspectiva sobre la degradación humana, las políticas genocidas (desde la crisis del SIDA hasta el supremacismo y la guerra), la segregación estructural, la opresión, el racismo y el rechazo de las instituciones a la diversidad. Lo que subyace a todos estos intereses es la paradoja que señala Daniel Mufson cuando cita a Adorno, a través de la cual la salud contiene y encarna en su propia concepción a la enfermedad, así como la correspondiente represión de aquello que es saludable, y lo que se etiqueta como la cura de una enfermedad en sí misma. Esa perspectiva enmarca el contexto y la sensibilidad que Citas de una ciudad en ruinas despliega. No es una metáfora, sino una ideología. En la semana de su estreno en el festival de Los Ángeles, la obra fue descrita como "un ataque violento a la violencia". Una suerte de locura apocalíptica, una velada de canciones, danza, poesía, desnudez y torturas ambientada en un mundo que aún hoy continúa muriéndose.
Justo antes de su muerte, Abdoh dio instrucciones de que sus obras nunca más se representaran, por lo que su obra sólo circula a través de vídeos, fotografías, textos y otro tipo de materiales de documentación, algunos de los cuales se presentan en el espacio como un archivo performativo más allá del tiempo.